Mike caminaba en la noche sin mas luz que la de un viejo candil y una navaja vieja en su bolsillo, había luna nueva y la energía eléctrica había fallado hace dos días, los chillidos de los cerdos lo guiaban, no tardara mucho en llegar al corral; mientras avanzaba podía ver a varios ratones huir de la luz del candil; ya frente al granero tomo un palo, "el palo", que siempre estaba ahí por si algún intruso o bromista molestaba a sus cerdos; respiro hondo y mientras gritaba una maldición derribo la puerta de una patada, era una puerta vieja; los cerdos chillaron con un sonido casi humano como respuesta a sus maldiciones y como respuesta a este el chillido de miles de cinturillas que presurosamente se desbordaron fuera del corral de los cerdos.
Mike dio un salto y se puso a pisotear a la masa de ratones que emergían de las entrañas del granero mientras soltaba muchas nuevas maldiciones, los cerdos chillaban desenfrenados, la masa ratonil parecía eterna y a nuestro hombre no le quedo mas remedio que adentrarse en el corral para desatar a los cerdos que eran devorados vivos por un millar de ratones; se abrió paso aplastando a los ratones y golpeando con el palo los que trepaban por las paredes; al llegar junto a los cerdos, que lo miraban suplicante, saco su vieja navaja del bolsillo y corto las cuerdas que mantenían atados a los animales, estos al sentirse libres corrieron fuera del corral y se perdieron en la noche Australiana; Mike siguió su ejemplo.
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