Entrando en la cocina nos encontramos con los utensilios y aparejos clásicos en una, hay una estufa sobre la que no puede
faltar una olla de café recién hervido; hay una alacena donde se guardan los
platos, vasos, ollas, sartenes, cubiertos y cucharas; no es una cocina muy
grande pero tampoco se puede decir que uno este apretado dentro de ella.
Junto a la estufa esta la puerta para salir al patio
trasero; es un terreno bastante amplio y
apenas al salir por la puerta te encuentras con otra construcción, un cuarto
que perteneció a uno de mis tíos en sus días de estudiante, hoy en día se usa
como un segundo cuarto para visitas; ese edificio consta de dos piezas
principales, la recamara y el baño; en la recamara se encuentra una gran cama,
una televisión y un par de libreros llenos de títulos clásicos y no tan clásicos.
En el resto del patio hay dos construcciones más, una consta
de cuatro pilares que sostienen un techo de lamia y que antaño solía ser un
gallinero; la otra es una bodega donde el abuelo guarda sus herramientas y donde duermen
los perros de la familia, cuando hay, ésta tiene el sobrenombre de “el
pulguero”.
De las cosas que más destacan en el patio trasero, además de
las construcciones ya mencionadas, son
la variedad de plantas que allí se encuentran. Recuerdo un gran árbol de pomelo
que cada temporada nos ofrecía sus frutos y que nosotros aceptábamos con alegría;
también recuerdo una que otra penca de nopal, sábila o aloe, no estoy seguro si había un árbol de limón,
pero de lo que si estoy seguro es que había gallinas correteando por el patio,
picoteando el suelo de tierra en busca de lombrices. Recuerdo pasar las mañanas
correteándolas por la casa.
Junto al pomelo hay otro montón de sobrantes de material de construcción
también cubiertos por una lona descolorida;
recuerdo jugar con mis primos y primas en ese patio; recuerdo reuniones familiares de amplias mesas
y mucha comida; recuerdo perros adultos y cachorros correteando de aquí para
allá. Un tiempo la casa estuvo pintada
de color verde, otro de color rosado y actualmente parece estar decolorada, próxima
a pintarse de nuevo, o tal vez se quede así un tiempo más.
Me vienen a la memoria muchos sabores, un poco a pomelo, a
zapote, a guanábana, a comida recién preparada;
Me llega de golpe la imagen de un niño cruzando el patio en su triciclo a toda máquina,
de una niña haciendo lo mismo años después y aun después otro niño recorrió el
patio en triciclo, no sé si es el mismo triciclo, la última vez que lo vi era
un montón de fierros oxidados y los niños y niñas ya eran jóvenes.
Cuando hacia frio veíamos televisión en la sala, cuando teníamos
hambre corríamos a la cocina a ver que preparaba la abuela; que lejos están ya
los días aquellos en los que correteábamos
por la casa de los abuelos.
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