martes, 14 de abril de 2015

Diario de un hombre extraño - Parte 1


21/Marzo/Año "x"

La realidad tiene aires inciertos, más bien aleatorios, mientras mi tiempo se disuelve en el aire, cual hielo en un día de verano, camino por las calles en busca de un par de billetes o unas cuantas monedas que me den acceso a una buena cena; pero aunque el dinero esta en todos lados, según algunos economistas, este rehuye de mi y pareciera alejarse de mis manos día a día, Aun así procuro no desesperarme y permanecer neutral pues de lo contrario terminare por llamar su atención haciendo de mi estomago vacío la menor de mis preocupaciones. 

Ellos están por todas partes, acompañándonos todo el día, creo que  soy el único sujeto que puede verlos, al menos en esta ciudad, pues las demás personas andan por ahí viviendo su vida normal, como si esas cosas que los siguen a todas partes fueran parte de ellos; pero no las ven, quizá las sientan, quizás ellos crean que ese malestar es natural.

22/Marzo/Año "x"

Parece que estaba equivocado; no soy el único que puede ver a esas cosas, al parecer todos los niños pueden hacerlo; la mayoría de ellos se esfuerza en ignorar lo que miran, pues sienten su naturaleza maligna, volviéndose expertos en ignorar a tal grado que los borran de su realidad llegando a ser así los adultos que no pueden ver lo que yo veo. Pero yo si los veo.

25/Marzo/Año "x"

Hoy me acorde de cuando vivía rodeado de "sombras"; siempre las vi, desde que era un niño, esas cosas siempre estaban cerca, olfateando, saboreando el aire a mi alrededor; lo peor era  cuando experimentaba emociones fuertes, eran como un enjambre de moscas sobre un cadáver, me rodeaban me cubrían; podía sentir como mis fuerzas me abandonaban mientras sus voces frías  soltaban palabras indecibles. Sus figuras oscuras e informes planeaban por la habitación cuando mis padres peleaban, los desgraciados monstruos  silbaban como incitándolos a matarse mientras yo lloraba en un rincón; lo único blanco en ellos eran sus ojos y sus sonrisas, y sonríen mucho cuando se alimentan. 

Cuando me hice mayor y vine a esta ciudad ya había aprendido a controlar mis emociones para mantener alejados a esos parásitos, soy un iceberg emocional, apenas expresivo; en cuanto puse un pie en una ciudad me di cuenta que había millones de sombras, todas alimentándose de los humanos, poco a poco todos los  días. La ciudad es un banquete y los humanos los platillos. Lo peor es que todos lo ignoran. 

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